viernes, 23 de noviembre de 2012

Parecido pero diferente

Nuestro ojo es un órgano que nos permite captar imágenes. Pero, ¿cómo vemos?

El proceso se inicia cuando la luz que trae la información obtenida al traspasar o reflejarse en los objetos que encuentra en su camino entra en el ojo.
Primeramente la luz atraviesa la córnea, un tejido transparente invisible que sale de la parte blanca opaca delantera del ojo.

La cantidad de luz que entra es regulada por el iris (corona circular de distinto color según las personas: marrón, azul, verde, etc., con un orificio en su centro).

El orificio central del iris (mayor o menor según la intensidad de la luz) se llama pupila.
Inmediatamente detrás de la pupila está el cristalino transparente que actúa como una lente convergente.
A través del interior del globo ocular (lleno de un líquido gelatinoso y transparente llamado humor vítreo) el rayo de luz llega a la pared extrema del interior del ojo llamada retina donde se forma una imagen menor, real e invertida de lo que se está mirando.
El nervio óptico transmite esta sensación de la retina al cerebro y éste reconstruye el objeto a su tamaño verdadero y en su posición correcta.

Esquematización del ojo humano
Cada animal ve al mundo a su manera. Esto es debido, entre otras cosas, a que cada especie tiene diferentes cantidades de células fotosensibles en la retina: los conos y los bastones.
Los bastones son mucho más numerosos que los conos y son muy sensibles a la luz, así que gracias a ellos podemos ver cuando la luz es escasa.
Los conos, en cambio, sólo funcionan cuando hay bastante luz. Los conos dan la sensación de color, y los bastones imágenes en “blanco y negro”.

Los científicos creen que aparte de los monos y del ser humano, no existen otros mamíferos que tengan conos. ¡Las vacas no ven colores!
Si en la retina no hay conos, como en los ojos de un perro, se obtiene una visión del mundo monocromática. Los colores son sustituidos por diferentes tonalidades de grises.

Las aves, por ejemplo, poseen un sistema de visión en color más complejo que el nuestro. Sus células fotosensibles detectan muchos más matices de color que nosotros.

Los insectos como las moscas ven a través de sus ojos compuestos, que están formados por la unión de miles de lentes.
Cada lente compone su propia parte de la imagen y envía la señal al cerebro. La imagen final que se construye en el cerebro tiene forma de mosaico. Cuanto mayor es el número de lentes que compone el ojo, la imagen que se consigue es más nítida y se detectan movimientos cada vez más pequeños.

Reconstrucciones figurativas que representan como ven una misma flor una mosca (izquierda abajo), un ave (derecha arriba), un perro (derecha abajo) y un ser humano (izquierda arriba).
Foto: Asociación Civil Darwinia


Carina Kandel


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